7 de febrero de 2010

Dolor.

Importa más el impacto de los sentimientos abstractos que los físicos y concretos de la sed o el hambre. Los dolores causados por motivos sociales –como un desamor– o los placeres de igual naturaleza –como aprobar una oposición– activan idénticos circuitos cerebrales que los estímulos fisiológicos, básicos para sobrevivir. El cerebro trata con la misma deferencia o indiferencia, según se mire, experiencias sociales y abstractas como una falta de reconocimiento social y conductas físicas tan concretas como saciar el hambre o morir de sed.


¿Alguien es capaz de decirle, al señor Punset y a mí que eso no es cierto? Hoy, probablemente, mi cerebro no distinguiría entre una paliza perpetrada por ocho boxeadores profesionales de los pesos pesados a mi cuerpo y mi actual estado de ánimo.

2 comentarios:

Nodens dijo...

Totalmente cierto, 100%.

Leibnitz dijo...

Tendremos que acostumbrarnos a ello...

¿Puedo pedirte el comodín de café en el poney pisador?